Vacaciones Permanentes

Tras Vacaciones Permanentes se esconde Iván Andrés. El salmantino bebe del clasicismo para lucir del todo contemporáneo. Y es, en torno a esas dualidades, casi bipolaridades creativas, en donde el autor focaliza la chispa de un talento que se antoja específico y generoso en aristas. Ese con el que dota de personalidad (y un atractivo concreto y, de paso, diferenciador) las canciones de Vacaciones Permanentes, el proyecto que lidera y que ahora explota definitivamente en forma de álbum homónimo. Un primer LP que ha sido grabado y mezclado por José María Rosillo en los Audiomatic Studios de Madrid y masterizado por Nick Robbins en Sound Mastering (Londres). Una referencia que supone su arrasador debut en formato largo tras un EP previo, “Dictatoriales Aficiones”, publicado justo antes del verano en base a tres temas que ya insinuaban una serie de características ante las que claudicar con pícara sonrisa de medio lado en la cara. Del mencionado EP se recupera ahora “Cuchillos”, tema de poso cinematográfico y desértico, además de uno de los hits más obvios dentro de un conjunto de por sí plagado de sencillos potenciales no aptos para radiofórmulas. Por su parte, “Eterna” es la encargada de abrir fuego, con un acelerón que sirve de alerta instantánea y luce una acidez a medio camino entre rock garagero y psychobilly que tira de The Cramps y The Meteors con la intención de retratar el desparrame (y postureo) nocturno-festivo. “Cegado Por La Luz” reverdece (y oscurece) empaques ochenteros a medio camino entre Radio Futura y Parálisis Permanente –una de las influencias vitales del músico junto a Suicide, los mencionados The Cramps o The Jesus & Mary Chain– que deriva en secuencia guitarrera. “Domingo Sangriento” es la representación evidente (y en forma de canción pop) de que, cuando hay talento, la filosofía DIY funciona y no necesita de sobreproducciones para lograr el calado. Una pieza inspirada los bailes de instituto americanos de los cincuenta, aunque con el romanticismo intrínseco al evento en cuestión convenientemente oscurecido hasta llevarlo a terreno propio. “El Tarot” vuelve a apuntar al celuloide (entre western, thriller y cine negro; entre Jim Jarmusch y David Lynch) y aumenta el dramatismo en forma de medio tiempo, con sintetizadores y punteos materializando un plus de intensidad sito con toda la intención en torno al ecuador del álbum. Hermanos Gutiérrez, Richard Hawley, Lou Reed, Neil Young o incluso Depeche Mode parecen manifestarse en uno u otro de los cuatro minutos del corte. “Vampiros” es otro zarpazo a la yugular, de querencia post-punk y abierto en canal, con Suicide luciendo (de nuevo) como orgulloso referente que, en esta ocasión, marida con el electro-punk de los grupos de DFA Records gracias al denominador común de unos sintetizadores desbocados. “Tu Warhol” es una valiosa amalgama sonora que pasa con naturalidad de las distorsiones iniciales a un sonido madchester con ecos de Happy Mondays, The Stone Roses o New Order. El cierre llega con la canción homónima “Vacaciones Permanentes”, un alegato desesperado de poco más de un minuto en el que cualquiera puede verse reflejado. Una rendición en la que, una vez más, asoma la alargada sombra de Alan Vega y Martin Rev. Apenas media hora de diversidad estilística y aire siniestro que cunde exponencialmente, con una intensidad narrativa y sonora capaz de saciar y que, al mismo tiempo, genera enganche y adicción con su elegancia disimulada. Todos y cada uno de los cortes latentes en el lanzamiento se antojan pequeños himnos costumbristas, con preferencia por el negro y que despachan realismo como modo de someter a un oyente que se ve a sí mismo canturreando las canciones a las primeras de cambio. Un riesgo de los que merece la pena correr, cristalizado en un estreno ardoroso, descarado y, ante todo, seductor.