13 de septiembre de 2022
Cuando Eva Valero (Barcelona, 1995) se encierra a grabar música se convierte en Cabiria, una voz única a medio camino entre el italo-disco, el dreampop anglosajón, la canción melódica española, el city pop japonés y un capítulo de Tim and Eric. Sus inquietudes la han llevado a explorar el mundo de los sintetizadores y las cajas de ritmos, con los que consigue crear una atmósfera íntima para bailar y llorar desde tu propio cuarto.
Si cuando hacía bedroom pop dreamy hubo quienes invalidaron la primera plasmación de Cabiria por la naturaleza humorística de sus letras, si esos mismos críticos anulaban la propuesta entera de Eva pese a admitir que la música era excelente, qué infarto no le podrá dar a la facción más conservadora del italodisco: un género que vive aislado en un instante eterno, con unos clichés y tropos que son anclajes intransgredibles, tiene unos seguidores que en realidad son escoltas de la pureza italo. Y es que si una cosa define lo de Cabiria es mimetizar géneros para sacar canciones con naturaleza dual: son himnos del género mimetizado y a la vez una clara transgresión del mismo.
|
|